viernes, 21 de agosto de 2015

Tarta de chocolate y cobertura de nata


Empezamos la temporada de cumpleaños en mi familia. En realidad solo son dos a las que tengo que hacer tarta, pero como mi hija lo celebra con la familia y con los amigos, pues a mi me toca hacer varias tartas (y yo encantada solo por ver su carita cuando ve lo bonitas que son y lo riquísimas que están).
La tarta de hoy la hice para celebrar su cumple cuando estuvimos de vacaciones con la familia en Bilbao. Mi hija lo tenía claro: quería bizcocho de chocolate. Y como a mi me encanta ir probando recetas nuevas, hice el bizcocho de chocolate de Sweetapolita que no lo había hecho nunca. Y os tengo que decir que, aunque tenía mis dudas porque utiliza muchísimo líquido y me parecía que el bizcocho se acabaría hundiendo, la verdad es que es superfácil y rápido de hacer, no se hunde, y queda muy esponjoso y jugoso. Vamos…que es la receta perfecta de bizcocho de chocolate.
El bizcocho lo cubrí con cobertura de nata y queso porque se me había quedado la espinita clavada después del fracaso de esta cobertura en la Tarta de vainilla y moras. Esta vez sí fui capaz de que montase bien (en Bilbao no hace el calor de Badajoz jiji) y queda una cobertura suave y de un sabor delicioso que contrasta a la perfección con el bizcocho de chocolate. Creo que se ha convertido en una de mis favoritas.


INGREDIENTES:
(para un  molde de 18 cm.)

Para el bizcocho:

- 270 gr. de harina
- 412 gr. de azúcar
- 90 gr. de cacao puro en polvo
- 10 gr. de bicarbonato
- 8 gr. de levadura química
- 4 gr. de sal
- 210 ml. de buttermilk 
(se puede hacer con 200-205 ml. de leche entera a temperatura ambiente 
y el resto de limón o vinagre)
- 190 ml. de agua muy caliente
- 112 ml. de aceite de oliva sabor suave o aceite de girasol
- 3 huevos (a temperatura ambiente)
- 2 cucharaditas de extracto de vainilla


Para la cobertura de nata:

- 600 ml. de nata para montar con mínimo 35% materia grasa (bien fría)
- 220 gr. de queso Filadelfia
- 150 gr. de azúcar glas
- Una cucharadita de extracto o esencia de vainilla
- Colorante azul
- Colorante violeta


Para el frosting de queso:

- 300 gr. de azúcar glas
- 150 gr. de mantequilla sin sal
- 200 gr. de queso de untar tipo Filadelfia
- Una cucharadita de extracto de vainilla

Para el almíbar:

Tengo que admitir que lo hago un poco a ojo, pero más o menos las cantidades son estas:

- 100 gr. de agua
- 100 gr. de azúcar
- ½ cucharadita de extracto de vainilla


ELABORACIÓN:

Para el bizcocho:

1 – Precalentamos el horno a 180ºC.

2 – Engrasamos el molde y lo forramos con papel vegetal.

3 – En un bol tamizamos todos los ingredientes secos y mezclamos con un tenedor.


4 – Vamos añadiendo los ingredientes restantes y batimos con una batidora eléctrica o con un batidor manual. Lo que hay que hacer es que todo quede bien incorporado. La masa queda muy líquida, pero no os asustéis porque es así.


5 – Pesamos la cantidad de masa que tenemos y vertemos la mitad de la masa en el molde. Si tenéis dos moldes iguales podéis hacerlos a la vez. Yo como solo tengo uno tengo que hornear cada bizcocho por separado.

6 – Horneamos a 180ºC durante 35-37 minutos o hasta que al pinchar en el centro con una aguja fina esta salga limpia. Si veis que la superficie se empieza a tostar demasiado podéis abrir el horno con mucho cuidado (una vez pasados 20 minutos) y poner un poco de papel de aluminio tapando el bizcocho.


7 – Sacamos y dejamos enfriar 10 minutos encima de una rejilla. Pasado el tiempo desmoldamos y dejamos enfriar por completo.
Envolvemos en papel film y reservamos hasta el día siguiente.

Para el frosting de queso:

Decidí ponerle este frosting porque la nata (queramos o no) es más endeble, y al ponerla de relleno se saldría por los lados debido al peso del bizcocho de arriba. Así que utilicé este frosting para hacer un “dique” y que no se saliese el relleno. También lo usé para dar la primera capa que cubre la tarta y que sirve para sellarla.
Pensé que su sabor (más fuerte que el de la nata) se notaría y que camuflaría un poco el de esta nueva y riquísima cobertura. ¡Pero qué va! No se nota nada el sabor a frosting de queso y sí sabe al riquísimo y jugoso bizcocho de chocolate y a la suave y deliciosa cobertura de nata.
Aunque la receta del frosting de queso ya la hemos utilizado bastantes veces (como en la Tarta colibrí), os vuelvo a poner los pasos:

8 – Batimos el azúcar glas y la mantequilla a temperatura ambiente. Nos quedará una crema de color blanquecino.

9 – Agregamos el queso y volvemos a batir. Por último añadimos la vainilla. Tapamos con papel film y lo guardamos en la nevera hasta que vayamos a utilizarlo.

Para la cobertura de nata:

10 – En un recipiente (mejor de acero y que esté frío) comenzamos a montar la nata (que tiene que estar bien fría) con una batidora eléctrica. Cuando empiece a espesar le vamos añadiendo, sin parar de batir, el azúcar glas.


11 – Cuando esté prácticamente montada pero todavía blanda, batimos un poco el queso en otro recipiente para ablandarlo, y lo añadimos a la nata. Seguimos batiendo hasta que se monte por completo. Sabremos que está montada cuando se formen surcos grandes.


12 – Separamos la nata en 3 partes y cada una se colorea de un color: violeta, azul celeste y azul celeste muy clarito (echándole menos cantidad de colorante jiji).


Para el almíbar:

13 – Ponemos en un cazo el agua y el azúcar y calentamos a fuego medio hasta que el azúcar se haya disuelto por completo. Después añadimos el extracto de vainilla y removemos hasta que se integre. Ya tenemos listo nuestro riquísimo almíbar de vainilla.

Montaje de la tarta:

14 – Cortamos la parte más abombada de los bizcochos de tal manera que queden iguales de altura y lo más rectos posible.


15 – Bañamos los bizcochos con el almíbar con ayuda de una brocha de repostería. En realidad este bizcocho queda super esponjoso y no necesitaría almíbar, pero como es muy grueso decidí echarle por si acaso. La verdad es que quedó muy muy rico. Otra opción hubiese sido cortar cada bizcocho en dos partes y así la tarta tendría más relleno y por lo tanto, estaría más jugoso. Aquí como queráis. Podéis probar e ir cambiando. Así parecerán cada vez tartas distintas.


16 – Ponemos un poco de frosting de queso o mantequilla en el centro del plato, bandeja o similar donde vayamos a servir la tarta, y colocamos encima el primer bizcocho.

17 – En una manga pastelera con una boquilla redonda y un poco gruesa, ponemos el frosting de queso y vamos haciendo un “dique” por todo el perímetro de la tarta. Como este frosting es más duro que la nata aguantará el peso del bizcocho que va encima y no aplastará la nata (con la consiguiente perdida del relleno).

18 - Ponemos una buena cantidad de cobertura de nata, pero cogiendo un poco de cada color, en el interior del "dique". Así al cortar la tarta quedará de colorines por dentro y será más espectacular todavía. Metemos en el frigorífico 20-30 minutos para que se endurezca un poco el frosting.

19 – Colocamos el otro bizcocho encima (con la parte más recta y bonita hacia arriba).


20 – Cubrimos la tarta con el frosting de queso tapando todas las imperfecciones y haciendo que la tarta quede lo más lisa posible (esto es como lucir una pared jiji). Volvemos a meter en el frigo 30 minutos más.


21 – Ahora solo queda la última capa, la que decora la tarta y, para mi, lo más divertido de hacer. Si hace calor tendréis que ser rápidos o la nata se ablandará demasiado. Con ayuda de una espátula vamos cubriendo la tarta pero sin pararnos a que quede liso: con el color azul celeste cubrimos la parte de debajo de la tarta; con el celeste claro, la parte central, y la superficie y la parte de arriba la cubrimos con el violeta. Ahora alisamos la superficie con la espátula bien limpia, y seguidamente alisamos todo el lateral manteniendo la espátula recta y haciendo un poco de ángulo con la tarta y girando el plato. De esta forma se mezclarán todos los colores y quedarán difuminados. Me encanta este efecto.

22 – Por último yo le eché unas bolitas de azúcar de colores que quedaban genial, pero podéis ponerle fideos de chocolate, hacer texturas con una cuchara o un tenedor, o hacer decoraciones con la manga pastelera y la nata que nos haya sobrado.


¡Vais a alucinar con el sabor y la jugosidad de esta tarta!


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